
Este pasado jueves “El dueño del mundo” recibió el premio al Mejor Libro Innovador por la editorial Babidi-bú en la feria LIBER22.
Hoy, dos días después, con todas las experiencias asimiladas y con la alegría reposada, ese poso de felicidad dulce y concentrada que queda tras un gran acontecimiento, no puedo sino echar la vista atrás y rememorar todos los pasos del camino.
La historia de “El dueño del mundo” nació, como tantas otras, de forma fortuita.
En un principio no fue más que un ejercicio creativo para el Máster en Creación Literaria que cursé allá por 2018. Y como tantas otras historias, después de ser escrita cayó en mi propio olvido, sepultada por nuevas narraciones y nuevas experiencias.
Al cabo de unos meses, al revisar mi carpeta de escritos la redescubrí (qué bonito es eso de redescubrir tiempo después lo que hemos escrito y aprender sobre nuestro propio pasado). Al releerla sentí que podía ser una historia con una gran potencia visual. No quedaba más que encontrar a una persona que fuese capaz de plasmarla en imágenes.
Y desde el primer momento tuve claro quién debía ser esa persona. Mi amiga Alba. Su estilo único, entre la acuarela y lo digital, y la delicadeza de sus creaciones, tan evocadoras, tan livianas, eran ideales para “El dueño del mundo”.
Me dio largas.
Insistí.
Una y otra vez.
Hasta que llegó el confinamiento y acabó accediendo. Alba era, y es, una persona muy ocupada y tuvo que pararse el mundo para que su tiempo se parase también y pudiese dedicarlo a este proyecto.
Desde el primer momento que hablamos del libro tuve una cosa clara. Quería que Alba tuviese completa libertad para crear. Era necesario no poner límites a esa imaginación suya, con lo que tan solo me limité a sugerir ideas o a asistirle en el proceso creativo. Creo que fue la decisión más acertada de todo el proceso. Si el libro ha llegado donde ha llegado es gracias a ella.
Con la obra ya finalizada nos dedicamos a buscar una editorial donde encajase y donde fuesen a darle todo el mimo que se merecía, el mismo que le habíamos dado nosotros. Sorprendentemente, no nos llevó mucho tiempo encontrarla. La editorial infantil y juvenil Babidi-bú era el hogar perfecto. Y el amor fue correspondido.
Después de unas cuantas firmas, con la llegada del 2021, se comenzó a gestar el libro. Y como si de un embarazo se tratase, a los 9 meses, en septiembre llegó a mis manos.
El resto es historia. “El dueño del mundo”, como si lo que narra fuese una profecía autocumplida, empezó a volar. Llegó a amigos y conocidos, llegó a las librerías y llegó a niños y niñas de todo el mundo (si alguna vez visitáis Australia o Nueva Zelanda y os habéis dejado la lectura en el aeropuerto, sabed que podéis ir a la biblioteca y sacarlo allí mismo).
¿Y fin? No, no acaba ahí todo.
Hace un par de meses, ya en plena campaña de promoción de “El arte de la fuga”, recibí una llamada de la Editorial Babidi-bú. Querían organizar los primeros premios de la editorial y habían elegido El dueño del mundo para darle el galardón al Mejor Libro Innovador.
Desde aquí tan solo deseo que el libro siga volando, y siga formando parte de la imaginación de tantos niños y niñas.
Fecha: 08.10.2022