
Estas Navidades han sido increíbles y me lo he pasado como nunca firmando libros por distintos puntos de España.
Primero la experiencia de firmar a pie de calle en la tienda de mi amigo Rafa Solaz, quizás el rincón más bonito de Valencia. Buena compañía y un esmorçaret como Dios manda. Luego, volver a la Casa del Libro en Alicante y conocer la de Murcia. Como siempre, la familia de Casa del Libro me han cuidado y me han hecho sentir como en casa. Y, finalmente, volver a Librería Atenea, con quienes firmé en la Feria del Libro de Murcia y donde pasamos unas horas fantásticas.
Sin duda, lo más bonito de todos estos momentos ha sido conocer a tanta gente especial, con sus vidas, sus intereses, su amabilidad. Y, sobre todo, aquellos que ya, a los pocos días, han vuelto a mí, para escribirme y decirme cuánto les ha gustado el libro, qué rápido lo han devorado y lo que ha significado para ellos.
Voy guardando todos esos mensajes para los días en los que remar cuesta un poquito más. esos días en los que cuesta acallar a ese crítico interior que nos intenta convencer de que lo que hacemos quizás no vale la pena.