Me contaron la historia de aquella chica
que era muy fresca
muy salida
muy suelta,
tanto que
cuando un amigo le comentó que le dolía la cabeza
ella contestó
«no te preocupes»
y se puso de rodillas.
Desde entonces cuando conozco a una mujer
siempre menciono ese dolor,
esa jaqueca,
esa migraña.
Ya sabéis,
por si acaso.